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Cómo organizar y ordenar nuestra vida

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Los antiguos metafísicos griegos vieron en el universo el mayor ejemplo del gran drama cósmico que es la lucha del orden contra el caos. El propio Buda se mostró escéptico frente a la posibilidad de una vida feliz sobre la Tierra debido al tremendo azote que significa vivir en un mundo en constante cambio, y por tanto, en un mundo en donde lo que acabamos de ordenar y organizar ya se está empezando a desordenar. Para ver este drama cósmico, no necesitamos recurrir a la historia del Universo, a su delicado funcionamiento, a la interrelación de unas de sus partes con otras, ni a su fragilidad debido a que un pequeño cambio en el mismo puede desencadenar grandes fuerzas que permanecían latentes. Para ver este drama del orden contra el caos no tenemos más que mirar a nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, nuestro mundo “civilizado” gasta enormes cantidades de dinero en mantener el orden en un sistema que, como todos, tiende al caos si no se corrigen ciertos desajustes provocados por la liberación de energía indeseada en el sistema. Podemos poner el caso de alguien que tenga que mantener un jardín siempre hermoso, con el césped corto, con los árboles podados, con las enredaderas en su sitio y con las flores regadas igual que el césped. Llegará un momento en donde nuestro particular jardinero haya conseguido al fin, tras mucho trabajo, un jardín de postal: las flores son abundantes y están cuidadas; el césped está cortado y verde; los árboles podados y sanos; los caminos del jardín cuidados y limpios;… El jardinero mirará este hermoso jardín y pensará “al fin, me ha costado mucho trabajo crear este jardín, pero al fin lo he dejado perfecto”. Y nuestro jardinero se irá a casa con la satisfacción de haber creado algo hermoso además de haber creado un valor económico (el jardín valía económicamente menos antes de estar así de bonito y de cuidado). Imaginémonos ahora que el jardinero  no vuelve a pisar este jardín en dos meses… En este artículo, cómo organizar y ordenar nuestra vida, y sobre todo, cómo es posible conseguir que esta vida nuestra no se nos desorganice.

El entorno del hombre

Como nos enseña el mito bíblico, el hombre es un animal caído. Podemos compararnos con uno de esos gatos que muchos tenemos en casa: el gato no necesita nada más de lo que lleva encima, no tiene que cuidar su casa, no tiene que comprarse ropa nueva, no tiene que hacer una carrera, no tiene que trabajar, no tiene que aprender alemán,… no tiene que cuidar su jardín. En cambio, los hombres tenemos que hacer muchas de las cosas que no tiene que hacer nuestro relativamente afortunado gato. ¿Y por qué es esto así? ¿No es el mundo igual de caótico o de ordenado tanto para el hombre como para el gato?

Cómo organizar y ordenar nuestra vidaEfectivamente, en teoría, el mundo debería de ser igual de caótico o de ordenado para los hombres y para los gatos: la naturaleza nos pondría a las dos especies en un mismo entorno que hace referencia a nuestra situación sobre la faz del Planeta Tierra, perteneciente al Sistema Solar, y este a su vez es un sistema dentro del gran sistema de sistemas de Soles que es la Vía Láctea, que es una galaxia que a su vez está ya impactando con otras galaxias y las está absorbiendo en un sistema superior.

Pero evidentemente los hombres tenemos que hacer mucho más esfuerzo para mantener nuestro sistema vital (el lugar y la forma en la que vivimos) organizado que los gatos: tenemos que comprarnos ropa nueva, tenemos que mantener nuestra habitación ordenada, tenemos que ir a nuestro trabajo de jardinero para cortar el césped y cuidar el jardín, que, de otra forma, volvería al caos y de paso, nosotros volveríamos al paro.

Y esto es debido a que el hombre no vive en el mismo sistema vital que el gato. Pensemos en un gato en la naturaleza, y no en un gato que vive con nosotros en nuestro sistema vital; el primero es un animal que vive en un sistema vital distinto al nuestro; y el segundo, es un animal con mucho morro que simplemente se aprovecha viviendo en el sistema vital que ha creado con su esfuerzo el hombre sin contribuir para nada a su creación o mantenimiento.

Y es que, el hombre no vive ya en la naturaleza. El hombres es un animal histórico y cultural, y eso quiere decir que nos hemos desecho del entorno natural en el que vivíamos originariamente, siendo nuestra vida entonces sí, parecida a la del gato en estado salvaje, viviendo en un mundo igual que caótico o de ordenado que nuestro minino de los bosques. Pero el hombre ha hecho un sistema dentro de otro sistema, el hombre ya no viven en el bosque, o en la pradera, cogiendo lo que necesita y dejándolo cuando lo ha dejado de necesitar; el hombre ahora vive en la civilización, y esto es un sistema dentro de otro sistema, un sistema que tiene cosas buenas; pero también cosas malas.

Organizar nuestra vida y nuestra civilización

Deshacernos de vivir en el entorno natural tal cual, como hacen el resto de los animales, y vivir en un entorno civilizado, tiene, como decimos, cosas buenas y malas:

1. Cosas buenas: vivimos más tiempo, tenemos literatura, informática, cine, coches, películas porno, música abundante, seguridad social (aunque hay elementos caóticos que intentan acabar con esto último…), burdeles, discotecas, universidades, pan, frutas que vienen desde muy lejos,…

2. Cosas malas: tenemos que trabajar mucho más que la mayoría de las especies que viven en la naturaleza, tenemos paro, tenemos guerras, tenemos políticos que te roban primero y luego te insultan, tenemos bancos y banqueros que les parecen muy mal que les atraquen a ellos, pero luego ellos atracan al pueblo robando 2.000 euros por persona en el último año (multiplíquese 2.000 euros por 45 millones de habitantes de España). A grandes rasgos, hay dos tipos de cosas malas: a) tenemos que trabajar más; b) ineficiencias en el sistema, que dan lugar a guerras o a hijos de política lucrándose con la sangre y con el trabajo ajeno.

Organizar nuestra vida

Muchos cuando estaban completamente agobiados ha pensado en abandonarlo todo y volver a ser salvajes… Pero creemos que nadie ya puede retornar a lo natural. El hombre es un animal caído, y ya no podrá dejar de ser un caído. Nuestro entorno ahora es la civilización y la ciudad, aunque eso no signifique que no sea importante también la naturaleza y que no haya que cuidarla. Pero no podemos vivir en la naturaleza. A cambio, podemos vivir en una civilización y en un entorno histórico cuidado, y sobre todo, organizado.

Y por eso mismo, tenemos que cuidar mucho nuestro entorno, tenemos que saber que es necesario mantener el sistema siempre en su punto óptimo, y eso significa ni más ni menos que trabajar, y trabajar sobre todo organizándolo todo, organizando nuestra habitación, organizando nuestros trabajos de informática, manteniendo nuestro coche arreglado y revisarlo periódicamente, lavarnos todos los días, y comer todos los días, pues aunque un día delante del espejo, con el estómago satisfecho y limpios como un pincel digamos “qué bien estoy, ya no tendré que hacer nunca nada más para estar bien, pues ya estoy bien”, al día siguiente necesitaremos volver a comer, y necesitaremos volver a lavarnos, y necesitaremos volver al trabajo para ganar dinero y así poder mantener el caro sistema vital de civilización en el que hemos crecido desde pequeños.

Si nos damos cuenta, buena parte del trabajo que realizamos no sirve para crear cosas nuevas, si no para mantener en correcto funcionamiento a cosas viejas. De echo, un país que crea que ya no debe de desarrollarse más, y que crea que ahora se trataría simplemente de mantenerse como está, invertiría el 100% de los recursos energéticos-económicos en simplemente, mantener el sistema en un estado idéntico año tras año. Esto nos da una idea de lo importante que es el orden, tanto que la gran mayoría de la riqueza de un país se invierte en intentar mantener el sistema que ya existía de antes, y no en desarrollar nuevos proyectos, nueva industria o en hacer nuevas carreteras.

Y en nuestra vida esto es igual: tenemos que saber que necesitamos muchas más energías para poder mantenernos en nuestro entorno vital de civilización que las que necesita un gato para mantenerse en estado salvaje. Y por eso, debemos de mantener el orden en nuestro sistema vital: debemos de pasar la revisión al coche periódicamente, debemos de comer, debemos de lavarnos diariamente, debemos de compararos ropa nueva, debemos de peinarnos, debemos de ir a trabajar, debemos de hacernos con un libro nuevo para leer, debemos de explorar en Internet esa duda que teníamos sobre cómo tratar a las plantas de interior,…

Curiosamente, las personas que son enfermas de depresión tienen una enorme aversión a esto: a ellos tener que hacer esas tareas diarias obligatorias para poder sobrevivir en el entorno civilizatorio les cuesta un horror (creen que es pesado, se estresan y así, renuncian a lavarse, renuncian a ir a trabajar, renunciar a vestir bien, renuncian hasta incluso hacer una dieta sana, renuncian a las amistades,…). De alguna manera, las personas con depresión se han desenganchado de las energías que nos anima a seguir adelante, y a seguir manteniendo en un estado óptimo el sistema de nuestra vida. Un buen remedio no sólo para los depresivos, si no para todas las personas que quieran ser más felices, es recordarnos a nosotros mismo que el Universo es puro fluir de energía, que todo se mueve, y que ese es el sentido de existir del Universo y de la vida. Nosotros debemos de movernos con él, para así ser más felices, para así poder incluso salir de la depresión, y así, de paso, seremos felices haciendo aquello para lo que estamos hechos: movernos, para mantener nuestro sistema vital en orden, para mantener nuestro cerebro activo, para mantener al universo girando en un eterno ciclo de orden y caos.

 

El orden no significa que algo que no se mueve esté siempre igual; si no que significa que algo que se mueve intenta mantenerse y mejorar mientras se divierte haciendo esto (por supuesto, siempre intentando conseguir el mayor resultado con la menor cantidad de energía posible, o sea, siendo eficientes).


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